NO HAY CONTRAPESO POLÍTICO: "VAMOS" Y SU INTIMIDAD CON EL GOBIERNO
La presunta nueva política terminó siendo más de lo mismo
El jefe de bancada, Roberto Zúñiga, ha llamado a aclarar estas situaciones públicamente y a mantener una postura crítica y autónoma frente al Ejecutivo, pero las tensiones dentro del partido persisten debido a la falta de unidad sobre cómo relacionarse con el gobierno. Este escenario revela que "Vamos" no es un bloque monolítico, y su acercamiento con el presidente Mulino pone en duda su rol de contrapeso político en el país, sugiriendo que la coalición está navegando entre la oposición y la negociación con el poder, lo cual puede debilitar su capacidad para representar un cambio real.En un contexto político donde la ciudadanía demanda cambios sustanciales y transparencia, el partido "Vamos" ha decepcionado a muchos, al evidenciar una estrecha relación con el actual gobierno que pone en duda su imagen de oposición. Lo que se presentó en su momento como una alternativa fresca y renovadora, se ha transformado en una extensión del poder que pretendía contrarrestar.
Esta cercanía ha generado cuestionamientos porque "Vamos," que se presenta como una fuerza opositora, ha mostrado divisiones internas: mientras algunos diputados mantienen una postura crítica y distante del Ejecutivo, otros han mostrado mayor disposición al diálogo y acuerdos con Mulino. Además, en momentos anteriores, hasta la mitad de "Vamos" respaldó la reforma a la Caja de Seguro Social impulsada por el gobierno, y algunos diputados participaron en eventos promovidos por Mulino, argumentando hablar de propuestas pero sin negar la percepción de apoyo.Diversos análisis y testimonios políticos revelan que "Vamos" mantiene acuerdos y consensos con las estructuras gubernamentales, limitando así su capacidad para actuar como un verdadero contrapeso. Esta cercanía ha generado cuestionamientos sobre la independencia de sus decisiones y su compromiso con las demandas sociales y de justicia.
Expertos en política advierten que esta dinámica contribuye a perpetuar viejas prácticas y la falta de cambios efectivos, mientras la población queda atrapada en un sistema donde la renovación prometida es solo una ilusión. La reflexión es clara: ¿Estamos frente a un nuevo rostro de la política o simplemente ante un reciclaje de los mismos intereses de siempre?
REFLEXIONEMOS
La relación estrecha entre "Vamos" y el gobierno de José Raúl Mulino, reflejada en reuniones clave y acuerdos políticos, muestra cómo la coalición que se presentó como alternativa opositora se ha ido diluyendo en su capacidad de ser un verdadero contrapeso. Esta dinámica revela una preocupante continuidad en la política panameña, donde la nueva política termina replicando viejos patrones de colaboración y negociación al interior del poder.
Esta situación no es exclusiva de Panamá; observamos en la región, como en Ecuador en 2025, cómo ciertas fuerzas políticas que aspiraban a renovación terminan confrontando la polarización, las divisiones internas y la dificultad de mantenerse firmes frente a gobiernos establecidos, lo que en muchos casos reafirma más de lo mismo en vez de impulsar transformaciones reales y necesarias.
En esencia, el fenómeno que vive "Vamos" es un reflejo del desafío estructural de nuestras democracias latinoamericanas: renovar el sistema político pasa no solo por discursos y promesas, sino por una auténtica fuerza política con independencia real frente al poder dominante. La cercanía con Mulino evidencia que, mientras no se definan claramente posturas y límites frente al Ejecutivo, el electorado seguirá cuestionando la autenticidad del cambio político y la posibilidad de construir una verdadera democracia con contrapesos efectivos.
Es urgente que ciudadanos exijan a los actores políticos mayor transparencia y coherencia para evitar que las esperanzas de renovación política se desvanezcan en el mismo escenario de intereses y pactos que han marcado la historia reciente de la región.
La vigilancia crítica y la participación activa son esenciales para lograr que las nuevas fuerzas políticas cumplan su rol de contrapeso en beneficio de la democracia y el bienestar colectivo.




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